Si me dicen que después de cientos de rutas de montaña por toda la geografía nacional iba a hacer una crónica de una ruta saliendo del Lagar de Torrijos en los Montes de Málaga, no me lo creería ni de coña. Bien por dar un paseo, por no hacer largos desplazamientos, o por confinamiento que es el caso he salido de aquí a andar decenas de veces, pero lo de hoy 30 enero del 2021 ha sido algo muy especial. Una ruta la cual me ha llevado su tiempo poder preparar para poder adentrarnos en los más insospechados parajes donde se construían los lagares que por desgracia están casi todos abandonados. A mediados del siglo XIX había más 800 lagares y unos 12000 habitantes en los Montes de Málaga donde había más hectáreas de viñas que lo que hoy tiene la Rioja. La plaga de la filoxera de 1885 acabó con todos ellos.
A las 9.45 horas comenzamos en el Lagar museo Torrijos que data de 1843, cogemos carretera arriba y en la curva donde se encuentra el arroyo del Mirlo encontramos un perdido senderito y nos adentramos arroyo arriba, eso sí por encima ya que éste curiosamente llevaba agua, pinchos por aquí, pinchos por allí avanzamos lentamente intentando no perder el caminito que se perdía constantemente hasta que dimos con el Cortijo del Mirlo por su parte alta, aterrador el aspecto, imposible poder entrar estaba todo cerrado por matorral , así que lo fotografiamos desde arriba. Cuenta la leyenda de este cortijo que por las noches a las parejas de antaño que venían por aquí a morrearse se les aparecía una mujer vestida de blanco dándoles un susto de muerte. Volvimos sobre nuestros pasos y ya otra vez en el Lagar de Torrijos entramos por el sendero que cruza el área recreativa y justo antes de acabarse a nuestra derecha subimos unos 50 metros y nos encontramos con el lagar de Pacheco Bajo donde una culebra de 1 metro nos daba la bienvenida apostada tranquilamente sobre una de las piedras del lagar. Once ánforas hay bajo tierra, de ellas una aún está entera, desandamos hasta el sendero que en pocos metros por un puente de madera sobre el arroyo Chaperas nos mete en la pista. Vamos de bajada, en unos 15 minutos nos salimos a la izquierda, campo a través vamos a subir unos 130 metros para localizar el lagar del Cejudo, por donde mejor podemos, llegamos sin mucha dificultad hasta los restos de este lagar, escondido entre la maleza, habré pasado por debajo de Él más de veinte veces y jamás me podía imaginar que estaba ahí. Volvemos a retomar la pista y ahora miramos hacia la derecha donde se esconde el lagar de Juan Ramos pero nada de nada el pinar es muy denso, a continuación nos topamos con el lagar de Santillana a pie de camino donde una rueda de piedra de molino se encuentra en la entrada del lagar que en su día tenía dos plantas y se conserva intacto el horno, a continuación bajamos al arroyo para subir sin duda al que tuvo que ser en su día uno de los más grandes y bonitos lagares, el de Chinchilla en un envidiable enclave sobre una loma, este lagar después de la crisis de la filoxera fue uno de los pocos que sobrevivió y se dedicaron al olivo, al cereal, de ahí la era que tiene y al cultivo de rosas y sobre todo a la rosa Damascena de Miller destinando la producción a la esencia para perfumes. Su primera parte se construyó en 1840 y en 1952 todavía vivan en El. Aquí nos detuvimos un buen rato husmeando todos los rincones. Volvimos dirección al arroyo y retomamos la pista que baja dirección noreste en cinco minutos encontramos otra intersección de caminos y tomamos el de la izquierda, una vez en éste dejamos el carril para meternos por uno de los pocos senderos que tienen estos Montes de Málaga. Aunque algo cerrado por el matorral conforme avanzábamos nos iba sorprendiendo más y más. Pero qué rincones tan bonitos !!!!, no nos lo creíamos. Volvimos al cruzar al arroyo Chaperas donde se formaban un par de bonitas pozas, disfrute total, donde tan solo se oían el crujir de los pinos por el fuerte viento que te acojonaban alguna que otra vez. Arriba a nuestra derecha veíamos el camino de vuelta. Después de una media hora encontramos a nuestra derecha el lagar la Molineta adornados por dos castaños y un nogal entre los pinos, aún se conserva intacto su horno. Seguimos por nuestro bonito sendero que ahora se nos divide en dos, el que sube te lleva al lagar de Timoteo y nosotros seguimos bajando hasta llegar al arroyo Amaya, aquí pasamos al lado oscuro, estamos en el término municipal de Casabermeja, ante nosotros tenemos lo poco que queda del lagar de Morales también en un bonito enclave, en la parte baja hay una balsa contra incendios y un helipuerto. De frente tenemos el Lagar de San Antonio el Chico, bastante entero y grande, dentro aún hay algún que otro mueble, el horno sigue en buen estado conservación y parece que se sigue usando a día de hoy para animales, cipreses, cedros y almendros adornan el entorno. Aquí en este encantador lugar paramos para comer. El viento seguía arreciando de lo lindo pero como la ruta transcurre encajonada lo llevábamos bastante bien. Bajo este lagar se encuentra San Antonio el Grande que la mitad está en perfecto estado y se ve que lo siguen habitando. He podido saber el porqué de los nombres de estos dos cortijos el chico y el grande. San Antonio el Chico está dentro del término de Casabermeja en su día le subieron una bestialidad los impuestos y pocos metros más abajo construyeron San Antonio el Grande ya dentro del término de Málaga y abandonaron el otro. Una vez volvimos a cruzar el arroyo para pasar delante del Grande volvemos a estar en nuestro perímetro y así acatando las ordenanzas de nuestra “queridísima “ Junta de Andalucía. Empezamos a subir por el carril, a un km. debajo de éste están los restos del que fue el lagar de Villalba, donde hay una alberca y un abrevadero, más al fondo veíamos la Molineta. Seguimos por la pista arriba y toca aventurita para buscar el siguiente, como no, campo a través y en una subidita bastante graciosa salvando ramos, arbustos, raíces y troncos llegamos al lagar de Serranillo, de este solo se conserva dos paredones. Seguimos subiendo hasta coger otra pista que nos lleva de regreso hasta toparnos de nuevo con el carril que te lleva a Torrijos y de nuevo como en la ida intentando encontrar entre el frondoso pinar el lagar de Antonio Ramos, y lo vi !!!!!!!!!!, desde abajo, solo se veía una pared, encontramos un senderito que cruza el arroyo Chaperas y subimos por un empinadísimo cortafuegos, que chasco que nos llevamos, no quedaba nada, tan solo la pared que vimos desde el carril y otra que quedaba al otro lado del cortafuegos, todo estaba claro, lo derruyeron cuando hicieron el cortafuegos, los ladrillos y piedras se expanden por todos lados, una pena, tenía que haber sido impresionante. De bajada encontramos un senderito a la izquierda antes de cruzar el arroyo, lo seguimos pero en unos 300 metros desapareció entre la maleza y vuelta atrás, volvimos a cruzar el puente que te lleva al área recreativa Torrijos para ver los restos que están encima de los fogones del área de la lujosa casa lagar Benefique de la familia Lamothe procedentes de Francia, crearon una compañía vinícola de donde procedía la marca Moscateles Dorado y Dehesa. En 1918 pasó a la familia Larios. La casa tenía dos plantas, sótano y buhardilla, de la arboleda aún se conserva un mirto de más de 100 años. Y ya de aquí estábamos de vuelta en el coche pasando de nuevo por el Lagar de Torrijos en cinco minutos.
Han sido 8 horas y medio de disfrute, 18kms. y medio de ruta y 583 metros desnivel de subida .
Mientras la Junta nos tenga “encerrados” en el municipio seguiremos buscando y estudiando lo que fueron los lagares de Málaga



























 
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