Dos años
después volvemos a una de nuestros lugares preferidos, al Parque natural de la
Sierra de Castril, en esta ocasión después de hacer noche en Huéscar nos dirigimos dirección a Pontones y en 17
kms dejamos la carretera para adentrarnos por una pista y en unos 3 kms dejamos
en coche. Al este tenemos la imponente Sagra, a la que llamaría la Sagra de
Santo Tomás, cosas mías. En compañía de Zemi iniciamos la andadura en busca de
dos nuevas cimas de esta sierra Seca. Por un amplio camino hacia el noreste empezamos a coger altura entre pinos y
encinas. Llegamos a un cortijo derruido donde hay una alberca y una fuente, la
de los Tornajuelos. A partir de aquí, cambia todo, nos introducimos en el
barranco de Tornajuelos siguiendo veredas de cabras, debido a la pendiente
vamos cogiendo altura rápidamente, impresionante lugar donde no encontramos
sumergidos. Llegamos a un altiplano, estamos sobre los 1700 metros, tenemos
frente a nosotros nuestro primer destino, toca decidir como subirlo o bien por
la cresta o todo recto, así que elegimos esto último ya que por la cresta no
veríamos las formaciones y oquedades que tiene esta montaña bajo sus paredes.
Intensísima subida entre pinos, ni que decir tiene que íbamos campo a través
buscando los mejores pasos. Una vez en la base toca ver cómo puñetas subimos a
la cima, mientras Zemi hizo una trepada nosotros decidimos seguir más al norte
y salvar el paredón sin problemas y ya en la bonita cresta solo queda llegar al
vértice geodésico de este Banderin o la Machada que es su nombre original (
1966 metros ). Son las 12.40 minutos es decir tres horas desde que salimos,
aquí nos comimos lo que nunca falta, el plátano. Hermosas vistas a los 360
grados, la Sagra, el Banderillas al
noroeste y la Empanadas al oeste al noreste la Guillimona, al sur las sierras
de Baza, María y los Filabres y al suroeste, sierra Nevada. Bajamos dirección
oeste sobre los campos de Hernán Perea,
que es el altiplano más grande de España. Pasamos por un inmenso valle en todo
su esplendor, sin duda alguna era para saborear el camino entre curiosas
formaciones kársticas típicas de esta sierra. A las 14 horas llegamos a una
pista, por un lado tenemos la curiosa Peña Vaquera, por otro más abajo
el idílico rincón donde se encuentra el refugio Prados del Conde el cual nos
quedamos con las ganas de visitar ( lo visitaremos para otra ocasión). Vamos en
busca de la niña bonita de la ruta, vamos por pista y toca perder altura dirección
suroeste, el sitio seguía siendo espectacular. Abandonamos la pista y pasamos
por una gran llanura, nos encontramos con las únicas personas en todo el día
que venían del mismo sitio al que nos dirigíamos, nos metemos en un amplio
sendero, la subida empieza ya a acusarse
hasta que dejamos el sendero y subimos del tirón por terreno kárstico hacia la cima, en la subida
Inma se entretuvo en “jugar” con una víbora la cual le mordía el bastón cuando
se lo arrimaba. A las 15.30 horas estamos en lo alto de la “niña bonita” de la
ruta, la Morra de la Laguna (2068 metros), una bonita cima que llevábamos 4
años detrás de ella, las vistas prácticamente eran las mismas que las de la
Machada, debido al viento nos resguardamos para comer. Cráteres y más cráteres
rodean a esta bonita montaña, jamás había visto nada igual. Comenzamos la
bajada dirección sur hasta que llegamos sin duda alguna al entorno más bonito
de esta ruta, laguna Seca, indescriptible lugar, donde a pesar de la sequía
tiene agua la laguna. Me recordó a la laguna de la Mula en sierra Nevada. Una vez disfrutamos del
bucólico lugar buscamos el barranco del Chaparral para iniciar la bajada. Son
las 17 horas, tomamos una vaguada y sin ningún dichoso hito bajamos de aquella
manera, una vez superada nos emergemos en un bosque con gps en mano, ni un paso
de cabra ni un hito nada de nada que te sirviera como guía, el bosque se hacía
más espeso por momentos, pasamos un par
de vertientes hasta que una hora y 40 minutos después llegamos a un amplio
sendero. Desde aquí aún nos quedaban unos 4 o 5 kms, antes de anochecer pasamos
por el derruido cortijo del Escribano. A las 20 horas ya con noche cerrada
llegamos al coche, sí, sí de noche.
Ruta de 21 kms y 1160 metros de desnivel de subida, indispensable para cualquier montañero
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